Comienza Conferencia mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia

La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice en su primer artículo que “todos los seres humanos nacen libres e iguales”. Medio siglo después del nacimiento de la Declaración, la Conferencia contra el Racismo quiere reconfirmarle al mundo que es indispensable la no discriminación para alcanzar sociedades dignas y desarrolladas.

Desde el 31 de agosto hasta el 7 de septiembre, en Durban, Sudáfrica, la señora Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Secretaria General de la Conferencia, estará liderando el compromiso de la ONU contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.

La señora Robinson propone que de esta Conferencia surja un plan de acción que “provea las normas, las estructuras y los remedios para garantizar el completo reconocimiento de la dignidad y la igualdad de todos, y el pleno respeto de los derechos humanos”.

Por supuesto, Colombia no es la excepción a este llamado de la Alta Comisionada. En el país las comunidades afrodescendientes e indígenas se enfrentan a una difícil situación de exclusión e inequidad. Estos pueblos afrontan realidades en las cuales se combinan el desconocimiento reiterado de sus derechos económicos, sociales y culturales, con múltiples y frecuentes agresiones a sus derechos civiles y políticos.

Hoy los pueblos indígenas y afrodescendientes además de esta discriminación tienen que enfrentarse a la rudeza del conflicto armado, que se expande por sus territorios dejándoles muertes, desplazamiento forzado y una doble y dolorosa exclusión.

La Conferencia contra el Racismo, precisamente, quiere reiterar la necesidad de respeto, indispensable para construir sociedades sanas, con Estados legítimos y fuertes, que reconozcan la igualdad y la dignidad de las personas, en un marco de tolerancia. Por eso es fundamental combatir todas las formas de discriminación.

La señora Robinson exhorta a las autoridades colombianas a establecer indicadores que cuantifiquen el impacto de las medidas adoptadas para corregir las desigualdades existentes. Asimismo urge al Estado a incrementar sus esfuerzos para combatir la inequidad entre hombres y mujeres, y a proteger a estas últimas de los efectos del conflicto armado, de manera especial a las desplazadas y a las jefas de hogar.

Estas recomendaciones son no solo oportunas sino vigentes hoy, cuando comienza una Conferencia con la que la ONU espera que cada país del mundo reitere su compromiso con el respeto por los derechos humanos. Donde la ONU espera también que cada persona se comprometa con la creencia absoluta de que la discriminación y la desigualdad generan sitios inapropiados para la vida.

Según la Comisión para la Formulación del Plan Nacional de Desarrollo de la Población Afrocolombiana, el 80% de estas personas en Colombia tiene sus necesidades básicas insatisfechas y vive en condiciones de extrema pobreza. La población indígena no se encuentra lejos de estas cifras, lo mismo sucede con un número indeterminado de personas, en su mayoría mujeres y niños, que sufren por violencia intrafamiliar, por trabajo forzoso, por desigualdad de oportunidades, y en innumerables ocasiones por el desplazamiento interno.

Lamentablemente, Colombia también se encuentra catalogado como uno de los países que padece el horror del tráfico de personas, una nueva modalidad de esclavitud que afecta a los sectores más pobres y vulnerables de la sociedad. Tampoco debe olvidarse la discriminación que en el país sufren las personas que conviven con el virus del VIH y el SIDA, así como la que se ejerce contra quienes eligen diferentes opciones sexuales.

Hechos como los que suceden en Colombia, y que afectan a miles de seres humanos en el mundo, llevan a la ONU a escuchar y a difundir el extraordinario aporte de estas personas que nutren la diversidad y la multiculturalidad. A su vez, la magnitud del problema obliga a las Naciones Unidas a trabajar con mayor coraje para impedir su tragedia.

En el país, Juan Pablo Montoya, Embajador de Buena Voluntad de la ONU, acogió la solicitud de la Alta Comisionada de difundir un mensaje en favor de la igualdad y en contra de todas las formas de discriminación e intolerancia. “Como deportista y como Embajador de Buena Voluntad quiero felicitar esta iniciativa contra el racismo, y apoyo ese propósito común de ser vocero de un mensaje al que ojalá se acojan mis seguidores, sobre todo, los niños y los jóvenes”, dijo Montoya luego de conocer los objetivos de la Conferencia contra el Racismo.

Al llamado de la Alta Comisionada se unen también todas las agencias de las Naciones Unidas, en particular su Oficina en Colombia.

En nombre de la Alta Comisionada, señora Mary Robinson, deseo invitar al Estado y a los colombianos, a que no olviden que el respeto por los derechos humanos, la tolerancia y la aceptación de la diferencia les permitirá gozar de un futuro digno. Cada colombiano es responsable de que pueda construirse esta herencia.

ANDERS KOMPASS

Director de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Naciones Unidas, Derechos Humanos, Oficina del alto comisionado, Colombia

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